Con Roberto Bustamante (moderador) y Marco Sifuentes durante el coloquio 'Los medios que queremos'. (Foto: Ada Quintana)

A inicios de octubre intervine en el coloquio ‘Los medios que queremos’ organizado a propósito de los 100 años del nacimiento del teórico canadiense Marshall Mc Luhan. Reproduzco el texto que preparé: escribí más de lo que era posible decir en 20 minutos.

Una de las tesis más difundidas a la fecha es que hay una cantidad ilimitada de información a la que todos podemos acceder. En esta intervención revisaremos algunas circunstancias y datos para debatir ese lugar común, reconociendo la fragmentación de las noticias y las vías por las cuales nos enteramos de ellas. También plantearemos algunas ideas de qué tipo de medios cumplen con lo que los diferentes públicos esperan en una sociedad como la peruana y discutiremos si, en casos recientes de noticias de gran repercusión, los medios se comportaron como queremos.

Quisiera destacar  algunas noticias recientes en las que es posible notar cuánta diferencia, distancia o indiferencia hay en los medios capitalinos hacia algunos tipos de peruanos que protagonizan las noticias. Sirven para ver con claridad esas brechas en la pluralidad y la representación justa.

 Estos tipos de peruanos a quienes los medios tratan de forma distinta al representarlos en las noticias son los pobres urbanos de Lima, los pobres no urbanos del Perú, y eventualmente los niños, los homosexuales y mujeres. Las clases medias y altas urbanas de Lima suelen recibir un trato más decoroso, respetuoso. Podemos hacer más clasificaciones de los tipos de peruanos que representan y presentan los medios de forma injusta o poco respetuosa, pero el tiempo es limitado en esta mesa.

Un menor de la barra del Cienciano muerto por una bala de un policía cuando caminaba antes de un partido (algunos medios indican que tenía 19 años): la noticia apareció en agosto último en Frecuencia Latina, Peru21 y Ojo, pero no en el resto de medios capitalinos. La semana pasada hubo un asesinato de un ciudadano awajún en Cantash (Padre Abad, Ucayali) a manos de un colono armado que había invadido tierras. Sin embargo la situación de ‘tierra de nadie’ y las muertes en dichos escenarios parecen importar poco a los grandes medios limeños; pudimos abordar el asunto en la plataforma La Mula. Algo similar ocurre con las muertes y enfermedades de los Candoshi afectados por hepatitis B en la selva norte del país: no suficientemente visibles para los limeños y el ministerio de Salud que en Lima debe decidir medidas para afrontar este problema hace años. Tampoco hubo mucha atención en los medios capitalinos a religiosos que en el último año han enfrentado ya sea procesos administrativos o acusaciones fiscales debido a que apoyaron reivindicaciones de ciudadanos que se enfrentaban con grandes empresas que construían megaproyectos. Uno fue el caso reciente del obispo de Puerto Maldonado, quien respaldó a afectados por la construcción de la carretera Interoceánica. Otro fue un religioso inglés.

Casos más graves: la representación de los nativos que protestaban en Bagua en 2009. Este año, la desinformación sobre las demandas de Puno –contra la minería formal y la informal- que desatendidas por el gobierno y no cubiertas por los medios capitalinos llevaron a hechos violentos y extremos en junio último. De tal forma que la representación de quienes exigen respeto a sus derechos, o su agua, sus bienes o su vida, terminan apareciendo simplemente como ‘violentos’ porque les prestan atención solamente en el momento más extremo, cuando ya no saben a qué acudir para obtener alguna respuesta o solución. Y entonces el estereotipo de violentos se repite.

Una discusión similar hubo cuando asesinaron a Paola unos barristas de la U, al lanzarla de un bus en la Av. Javier Prado: hubo críticas por la gran atención de los medios a los problemas de inseguridad ciudadana a raíz de ese caso a diferencia de otros que no causan ningún revuelo ni reacción. Similar fue la cobertura del ataque a la hija del congresista Renzo Reggiardo: gran atención e incluso infracción del Código del Menor y del Adolescente (cuando el diario El Comercio publicó la foto de la niña en primera plana y Frecuencia Latina usó imágenes de ella sin mosaico).

¿Qué diría McLuhan si viera los medios limeños ahora, en la línea de ‘los medios son el mensaje? Quizá, que el ansia por el rating y la aceleración o la velocidad, los llevan a producir información poco precisa, con errores y que, peor, promueven representaciones injustas y poco respetuosas de los ciudadanos y los niños peruanos. En síntesis, por lo general vemos que a menor nivel socioeconómico, peor representación en los medios, especialmente si nos referimos a los noticiarios de señal abierta.

Otros casos recientes, lamentables, en ese mismo sentido fueron el reporte en vivo de un periodista de Buenos Días Perú sobre un cuerpo encontrado en el puente Atocongo. El reportero dijo que estaba tirado, “en un basural” y no era un basural. Hubo poco cuidado en la forma de aludir a la víctima de un asesinato. Luego, otra noticia de Panamericana y sobre la que intercambié ideas públicamente en Twitter con Augusto Thorndike, director de prensa de dicho canal: pregunté que necesidad había de mostrar semidesnudo, en cámara, a un joven ayacuchano que sufre de gigantismo y desviación de la columna. Thorndike respondió que si no lo traían a Lima, se moría. Insistí indicándole que no cuestionaba su traslado a Lima, sino la exposición del cuerpo (minuto 15’32»). Respondió diciendo que había «mala onda» en mi comentario, pero no mostró intención de revisar si estuvo bien o mal lo que presentaron.

Otros casos lamentables en setiembre, en los que los medios no tuvieron cuidado con la forma en que exhibían el nombre y o la identidad de niños víctimas de delitos fueron una menor cuyo padre intentó violarla en Chimbote, en ese caso quedó evidente la identidad. También ocurrió lo mismo con uno de los niños muertos por envenenamiento en Redondo, Cajamarca. Un canal mostró un video de un niño cuando tenía los síntomas de intoxicación –en primer plano–, incluso el reportero le preguntó cómo se sentía. Pocos segundos después, en off, la afirmación de que luego murió.

Los medios que informan de esa manera, no son los medios que quiero. Y parece ser que esta opinión es compartida por algunos otros televidentes según una encuesta encargada por Concortv a Ibope Time en 2009. El tipo de contenidos de la TV que rechazan en primer lugar: son los que tienen violencia (diapositiva 34). También rechazan el trato discriminatorio, las palabras groseras-insultos y escenas o frases en doble sentido.

Otra representación no apropiada y además, con poca cobertura informativa, fue la denuncia por acoso sexual de  una capitana de la PNP contra el director general de la institución, Raul Becerra. Pocos medios, entre ellos canal 5, le dieron cabida al tema al inicio. Sin embargo, no hubo seguimiento al caso: el viernes último Jaime de Althaus fue uno de los pocos periodistas que mencionó que estaría a punto de cometerse un abuso con un suspensión de la oficial, alegando un pretexto.

Brechas e ilusión de que ‘todos’ estamos conectados

Discreparé con Marco Sifuentes, quien en su columna del último domingo sostiene que el incremento del uso de teléfonos inteligentes va lento, pero seguro y es una tendencia irreversible. Afirma que ello permitirá un equilibrio en el acceso a internet que actualmente no existe, porque especialmente en la Amazonía, el acceso a internet es mínimo. Menciona cifras de una encuesta de Apoyo: Mientras que en Lima el 63% se conecta al menos una vez al mes (bordeando el 90% en sectores A/B), en las ciudades del Oriente sólo el 35% se conecta al menos una vez al mes y, de hecho, sólo el 9% tiene Internet en sus hogares.

Yo agregaré cifras de la encuesta de hogares de INEI, con datos que llegan hasta junio de este año: El 30,3% de los hogares de Lima Metropolitana contaban con servicio de internet, el 16,4% de los hogares del resto urbano y apenas el 0,7% de los hogares del área rural. Incluso, me preocupa más aún si usando sus dispositivos móviles, ciudadanos de regiones distintas a Lima suben su información a la red y en la capital no hay ningún eco ni preocupación, como suele ocurrir, por lo general.

Es verdad que para el alto porcentaje de población capitalina conectada a internet, los medios de comunicación han ido  ‘evolucionando’ en términos técnicos, tanto en transmisiones en vivo en línea como en el uso de las redes sociales, pero ¿de qué sirve si los contenidos no van a la par? Ello ocurre cuando quienes dirigen los medios continúan con esquemas o estereotipos de lo que es noticioso y lo que no. O cuando tienen una idea sobre qué es respeto a la imagen de ciertas personas pero que no se aplica para otro tipo de población para quienes no se consideran normas acerca de su identidad e imagen.

Esta semana en canal 5 juntaron a José Pablo Baráybar, director del Equipo Peruano de Antropología Forense; Rocío Silva Santisteban, secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, y a la congresista fujimorista Luisa María Cuculiza, cada quien desde su ángulo reconoció que vivimos en una sociedad en la que la violencia aparece como un hecho más de cada día. Fue poco común que coincidieran en este aspecto y que pudieran dialogar alturadamente, sin ataques mutuos.

Creo que es importante, aunque parezca obvio, recordar que los medios producen contenidos y que detrás de ellos están siempre personas y organizaciones, con valores, ideologías, puntos de vista, intereses, estereotipos. Los medios no son entidades abstractas ni automáticas.

Volviendo a la máxima de Mc Luhan sobre ‘los medios son el mensaje’, en Lima hay un sentido común en algunos diarios digitales que aparentan no preocuparse con la calidad de contenido con tal de generar una gran cantidad de visitas. Por ejemplo, en el caso del diario El Comercio argumentan que el público demanda tales contenidos y que responden simplemente a lo que el público quiere. (“La cortísima falda de Jennifer Garner le jugó una mala pasada” puede ser uno de esos titulares que colocan y atraen el mayor número de visitas) Esto nos lleva a una discusión de hace más de once años, cuando por primera vez veíamos el alto rating de los programas de Laura Bozzo. Una tendencia similar ocurre en RPP, aunque con menor frecuencia, pues genera contenidos a partir de las etiquetas más populares o más solicitadas (SEO). En los meses anteriores una etiqueta muy aprovechada por los medios en general ha sido Ciro o Rosario Ponce. Es casi la sinrazón del huevo o la gallina: ¿cómo empezar: dar lo que el público pide, ofrecer lo que asegura visitas fáciles, colocar ‘hard news’ en lugares visibles y no sólo las soft news o infoentretenimiento? Otros diarios latinoamericanos de referencia, en sus ediciones en línea no aplican el razonamiento de atraer prioritariamente al público con infoentretenimiento: hay un filtro mayor a pesar de que también pretenden generar una gran cantidad de tráfico. Las hard news con buen reportaje o las opiniones y análisis tienen también una gran cantidad de visitas y están entre los contenidos con mayor cantidad de visitas o también los más compartidos.

¿Podríamos decir entonces que los medios periodísticos en internet generan demasiado contenido superficial? Sí, ocurre en Lima con por lo menos un par de medios de referencia en línea. Y con más medios en línea no considerados de referencia (como Terra y Peru.com).

Sin embargo, es posible encontrar también en línea otras iniciativas de periodismo de calidad, de periodismo en profundidad y de periodismo de investigación que aprovechan las características de la internet y las redes sociales: un bajo costo de publicación y la posibilidad de llegar a públicos diversos y amplios que procuran otro tipo de información que encuentran cada vez menos en los medios tradicionales.

En Lima mencionaré las iniciativas de La Mula e IDL-Reporteros. En Arequipa, el semanario El Buho (que antes era sólo impreso). En Colombia, de los medios ‘tradicionales’ entre comillas, la revista Semana. De los nuevos medios colombianos: La Silla Vacía. En Guatemala, Plaza Pública, una iniciativa de un periodista Martín Rodriguez que hizo un ‘joint venture’ con la universidad jesuita. En El Salvador, la publicación El Faro, de Carlos Dada quien ha obtenido este año el premio Maria Moors Cabot de la Universidad de Columbia.

El jurado dijo en esa ocasión: «Desde su aparición en 1998, El Faro ha mostrado cómo un medio digital puede superponerse a las barreras de costos y ofrecer un periodismo honesto y de alta calidad, en una región donde los parámetros del periodismo son bajos y muchos de los medios están altamente parcializados e incluso son corruptos”.

Dada también recibió un premio de periodismo de investigación este año por el reportaje ‘Así matamos a monseñor Romero’, el arzobispo Oscar Romero, asesinado por un escuadrón de la muerte en 1980.

Hay otro tipo de iniciativas informativas en la red, ligadas a la agenda de organizaciones no gubernamentales pero que también están haciendo periodismo especialmente en las regiones. Una de las que se ha hecho más visible es Noticias Ser, especialmente en momentos como en junio último, cuando los medios nacionales y capitalinos no prestaban atención a las demandas de Puno, entre la primera y la segunda vuelta electoral Y en algunos casos se trataba de demandas con dos años de antigüedad.

También mencionaré en Lima a Infos, del Instituto Prensa y Sociedad, que cubrió oportunamente en profundidad, los problemas del transporte en Lima, pocos días después de la muerte del fotógrafo Ivo Dutra.

Pensar en los medios que queremos básicamente implica pensar la sociedad que tenemos y la sociedad que queremos.

Otras referencias interesantes acerca de espacios de comunicación valientes y con contenido significativo fueron este año los blogueros árabes, incluso mencionados como posibles candidatos al Premio Nobel de la Paz. Es un momento en el que Al Jazeera ha ganado un reconocimiento global por su cobertura informativa en línea de las revoluciones árabes y del norte de Africa. Es un momento en el que los WikiLeaks, un espacio de generación de información en la red, plantearon nuevos retos al trabajo periodístico en los diarios más importantes del mundo.

Pero internet también es un mundo vulnerable a bloqueos, filtros, a eliminación de los contenidos. Y las redes sociales no son aún todo lo democratizadoras que quisiéramos en nuestro país. No tenemos cifras equivalentes de acceso a educación superior como en Túnez, donde hubo una revolución que usó las redes sociales y se gestó debido a información difundida por WikiLeaks.

El relator especial de Naciones Unidas sobre libertad de expresión y opinión, Frank La Rue ha mostrado que los espacios de gobierno de Internet cada vez reciben más presiones de los países más ricos que quieren tomar más decisiones sobre la administración de dominios y ha dejado de ser un espacio donde todos los interlocutores tienen peso equitativo. Recordemos que en recientes episodios sean de revoluciones y revueltas, los gobiernos (como en Egipto) bajaron todos los servidores para anular el servicio de internet. Recordemos que en Inglaterra, cuando ocurrieron los disturbios y saqueos de inicios de agosto, la empresa Blackberry anunció que colaboraría con la policía para identificar a los jóvenes que utilizaron su móvil para incitar a la violencia en las calles. Lo que intento decir es que ni las redes sociales son totalmente libres y democráticas, es un espacio donde el orden y el control está muchas veces en las corporaciones y los estados, que administran las redes, los servidores, los servicios, etcétera.

En el Perú estamos a medio camino entre la devoción a lo nuevo en las tecnologías para los medios, pero a la vez, vemos aún rezagos del pensamiento de las reparticiones y la encomienda, aquellas instituciones del virreinato que discriminaban a quienes ahora son llamados ‘pueblos originarios’.