La loretana ‘Tierra Nueva Editores’ subestimó el alcance de su última publicación: los primeros 250 ejemplares del libro ‘Cambio de Palabras’ de César Hildebrandt se acabaron apenas terminó la presentación de la obra en el anfiteatro Chabuca Granda: 20 minutos después, llegó un nuevo lote de textos. Los compradores hicieron cola hasta por media hora para la firma del periodista y se necesitaron tres policías para guardar el orden en la fila.
El aforo del anfiteatro es de 150 personas pero había más de 300 hacia las 8:30 pm. de ayer, cuando empezó la presentación de la edición corregida y aumentada del texto publicado originalmente en 1982 por Mosca Azul Editores. Un 70% del público parecía -y disculpen el estereotipo y prejuicio- lector del diario La Primera: activos ciudadanos de la tercera edad o pensionistas o desempleados, todos muy entusiasmados al aplaudir a César Lévano, quien cumplía años ayer. (Continúa el texto en minutos, mientras tanto, una foto del archivo de Guillermo Fowks quien figura a la izquierda).

Hildebrandt con anteojos y con ex modelo Gladys Arista en los tiempos de Última Hora.
«No han venido los medios», comentaba un señor cuando el panel estaba por empezar: sólo se veían las cámaras de ‘La habitación de Henry Spencer’, La Primera, Caretas (¿?) y más-más tarde ‘Utero.tv’. Hildebrandt quiso explicar los motivos del silencio mediático con respecto a este libro y dijo que de alguna manera se lo había ganado o lo había cultivado. «Siento más estruendoso ese silencio que cualquier aplauso», declaró.
La nota en Caretas de ayer
Adelanto en blog de Paola Ugaz-Entrevista a Borges
Por momentos, durante la presentación del libro parecíamos estar en una nave espacial del pasado por las referencias a tanto político y personaje destacado fallecido (y por la disposición del anfiteatro).
Hildebrandt se refirió a los «muertos intestados (sin testamento válido dice RAE)» que entrevistó: de Fernando Belaunde Terry no quedó ningún partido y el albacea de Haya «ha vendido Collique, (quiere vender) el Pentagonito y gobierna con los hijos y nietos de quienes acusaron a su líder de narcotraficante y terrorista».
«Este no es un libro sino un panteón, una sesión de espiritismo», agregó el conductor del programa de TV ‘El perro del hortelano’.
En el público, entre otros, estuvieron el ‘Carreta’ Jorge Pérez, el periodista Miguel Humberto Aguirre, el artista plástico Víctor Delfín y el nicaraguense Tomás Borge, ex líder de la revolución sandinista.
Una confesión
En esta nave espacial del pasado, escuchamos historias sobre poetas, políticos y empresarios. Hildebrandt explicó que en esta edición -corregida y aumentada- suprimieron algunos diálogos «distorsionados por la cólera». Reconoció que si entrevistara nuevamente a Juan Gonzalo Rose no lo volvería a tratar tan mal. «Me arrepentí de haber sido tan feroz».
Y con respecto al poeta Manuel Scorza: «Con los días llegué a la conclusión que mi hostilidad a Scorza venía de mi admiración a Vargas Llosa y de la enemistad absoluta entre MVLL y Scorza, por sus visiones diferentes en la interpretación del Perú».
Mientras un par de policías lo escuchaban con atención, Hildebrandt agregó que Scorza llegó a ser un gran escritor, «aunque hasta su puntuación era huachafa».
El periodista recordó su entrevista a Luis Miró Quesada de la Guerra y criticó la línea editorial actual del diario El Comercio. Luis -papá de Alejandro MQ Garland, ex director- condujo el periódico desde 1932 junto con su hermano Aurelio y ¡ganó un Premio María Moors Cabot en 1939!
«Luis Miró Quesada luchó contra de la International Petroleum Company -sucesora de la Standard Oil Company-, la derecha fisiocrática: El Comercio fue antiimperialista», añadió.
Los presentadores
Como comentaristas intervinieron Pedro Salinas y César Lévano. El autor agradeció al primero el haber tenido el coraje de intervenir en el panel siendo columnista de un diario que no lo quiere. Lévano destacó en especial cuando relató cómo Hildebrandt y él hicieron para que Haya de la Torre les permitiera grabar la entrevista. Empezaron conversando de historias y anécdotas de la amistad del líder aprista con los anarquistas en Trujillo -uno de ellos Julio Reynaga, profesor de baile de las señoritas norteñas quien a la vez distribuia su periódico El Jornalero en burro-.
– ¿No le daría pena que estos recuerdos se perdieran para la cultura peruana? -preguntó Lévano-.
– Enciende tu grabadora -ordenó el residente de Villa Mercedes-.
Aquí la columna de hoy de Hildebrandt